Colillas en aceras, en las playas, entre los árboles de los bosques o flotando en los ríos; el problema no cesa y cada minuto 8 millones -143.000 por segundo- acaban en la naturaleza impregnando los ecosistemas con más de 7.000 sustancias tóxicas. El gran problema de los filtros usados es que por un lado liberan los tóxicos del tabaco acumulados, y, por otro, dispersan las microfibras que contienen, y que, debido a su diminuto tamaño, entran en la cadena trófica al ser ingeridas por todo tipo de organismos, al confundirlos con comida.