Nuestros ultras silban a Colau porque son ultras. No por ella. Silban a Colau como arremeten contra Oriol Junqueras o tantos otros, como reprueban a Cuixart por abrazar al ministro Iceta. Y si bien es cierto que el gesto puede llegar a ser angustiante, no es menos cierto que da rabia a todos los ultras, los de aquí y los de allí, da rabia a todos los que ven el mundo en blanco y negro.