Cada vez que una empresa desaparece pasto de las llamas la ilusión de aquellos que la pusieron en marcha, los puestos de trabajo de quienes día a día contribuían con su esfuerzo a mantener la actividad, los ingresos de las familias que dependían esa instalación, el talento, el ingenio y los sueños de muchas personas se convierten en humo. Una desgracia que en el sector de la recuperación y reciclaje se repite cada vez con más frecuencia. De media una vez a la semana en 2017 y subiendo.