No paran de bombardearnos con nuevas aplicaciones, pulseritas, relojes inteligentes y otros mil adminículos que prometen salud pero nos llenan de ruido, pitidos, alarmas y vibraciones. La moda de medir cada paso, cada latido cardiaco y cada movimiento está pegando fuerte. No bastaba con que nuestro móvil nos fiscalizase la posición y nuestros desplazamientos, que las redes sociales grabaran cada una de nuestras conversaciones y el reportaje gráfico de nuestras vidas, que cargáramos con cientos de aplicaciones que no usamos para nada.