El monte se incendia por diversos motivos, pero sobre todo arde porque no está limpio. Si en el pasado no se quemaba tanto, no era porque hubiese muchos hidroaviones, sino porque los campesinos tenían sus montes limpios y, como los explotaban, los cuidaban. Acabado el modelo económico del ladrillo y sin que nadie conozca todavía cuál debe ser la alternativa, los montes ofrecen unas posibilidades económicas envidiables. Podrían enriquecer la estructura social y empresarial de España, y convertir el país en una potencia maderera mundial.