La mesa de un céntrico despacho de abogados de Valencia reúne a siete sobrinos de José Martí Oliva, un valenciano que dejó atrás su casa huyendo del bando nacional, buscando la libertad. Nunca volvió. Fue el prisionero 4.474 de los nazis, primero lo enviaron al campo de concentración de Mauthausen y más tarde a Gusen, donde murió dentro de una cámara de gas porque ya no valía para trabajar. Estaba herido y no era útil para los nazis, molestaba. Hasta 2008 sus sobrinos no tuvieron ninguna comunicación oficial de su muerte...