El canciller alemán, Olaf Scholz, un lince al que como buen socialista no se le escapa una, se ha dado cuenta de que la disminución del flujo de gas ruso no tiene nada que ver con la turbina, sino que es una venganza del Kremlin. Tras averiguarlo, ha dicho que se está planteando dejar funcionando los tres míseros reactores nucleares que al país le quedan y que iban a cerrarse en diciembre...