Hace diez años, cuando llegó la crisis, a Jose, albañil, le echaron del trabajo. Tenía 44 años, era imposible que encontrara otro. Con la indemnización y lo que le prestaron los padres, compró una licencia de taxi. Ciento cincuenta mil euros le costó la broma. Y no fue en 'b'. De esos, 3.000 se los llevó el ayuntamiento, y un 23% Hacienda.