Pero no se quedó allí (Torra nunca se queda ahí), sino que aprovechó para reprochar públicamente a Omella que no haya alzado ni una sola vez su voz para condenar la "represión" que, en su opinión, se ha sufrido estos años en Cataluña. Torra se equivoca, "al cien por cien", como señala acertadamente alguien tan poco sospechoso de 'españolismo' como sor Lucía Caram. Y Omella se arriesga, porque entiende que así defiende el derecho a la libertad religiosa. Y el cardenal de Barcelona no es un Reig cualquiera.