Hay días en los que es difícil encontrar el estímulo, la tecla, la puerta, el hilo finísimo que conduce a la transgresión. Los debates se enquistan, los eslóganes matan, y las causas sociales que me importan -como el feminismo- se convierten en un vertedero de ideas manoseadas, de pataletas sin sustancia, de obviedades ilustradas y ribeteadas en morado. Sólo hay que echarle un ojo a la montaña de novedades editoriales que recibo cada día y que toqueteo sin pasión: la industria del libro se ha enganchado al movimiento feminista...