Su éxito radica, precisamente, en la mejor campaña política que se podría tener –como reitera a menudo el propio Iglesias– que es valerse de los errores ajenos. El descontento social, el fuerte impacto de la crisis en la clase media y, sobre todo, la cada vez más extensa lista de corrupción política en el resto de agrupaciones es lo que produce la fuga hacia un partido nuevo y, por lo tanto, limpio de las sombras del pasado. Por ello, un 42% de los encuestados en metroscopia atribuye su ascenso a la decepción y el desencanto de los demás.