La más reciente ola de calor (o más bien olita) que padecimos a mediados de junio volvió a servir como excusa para que los medios de cretinización de masas abundaran en sus histéricos alarmismos y para que todos los mamporreros del negocio climático nos machacaran con la matraca del calentamiento global. Por supuesto, mientras arreciaba el pedrisco propagandístico, casi nadie se atrevió a recordar que estas olas de calor son fenómenos meteorológicos locales que nada tienen que ver con el llamado ‘cambio climático’; y fenómenos, por cierto, recu