Bartolomé de las Casas, uno de los primeros defensores de los Derechos Humanos, viaja a la corte de Castilla en los albores de la Conquista, para denunciar la esclavitud a la que están sometidos los nativos americanos. Isabel La Católica, casi en su lecho de muerte, advierte de estos abusos y los acoge en su seno como súbditos. “Como personas libres y no como siervos”, escribían sus cronistas. Pero no es hasta cuarenta años después que su nieto Carlos I, persuadido por relatos horripilantes que le llegan desde la Indias, promulga las Leyes…