«Sabíamos que habían estado todo el día fuera pero creíamos que volverían», dice un trabajador social. Y es que el día, al menos una docena de ellos, lo pasaron en el cercano restaurante de carretera Los Torrijos. Es el único que hay en la zona porque el pueblo de Cheste queda a unos cinco kilómetros. A la camarera le sorprendió que pidieran chupitos de whisky y que compraran tanto tabaco. «Me han dejado la máquina vacía», decía a mediodía. «Me ha llamado mucho la atención que me pagaran con billetes de 100».