A Rajoy hace tiempo que le afectó el llamado síndrome de la Moncloa, enfermedad que lleva a los sucesivos presidentes del Gobierno a instalarse en una atalaya tan elevada que les impide percibir la realidad que los rodea. Alimentan la enfermedad la patulea de asesores serviles que se limitan a decirle al jefe lo que quiere oír sobre la base de la objetividad de los datos, esos que no se discuten.

Varios guardaespaldas del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, han sido castigados por no impedir que se caiga por las escaleras desde un podio, un incidente que atrajo la burla generalizada en internet. El dictador de 90 años, fue capturado por la cámara mientras tropezaba sobre una alfombra roja y cayó de rodillas después de dirigirse a simpatizantes que se reunieron para darle la bienvenida de vuelta de un viaje a Etiopía en el aeropuerto de Harare.

Varios flautistas de Hamelín en cada continente empezaron a tocar su flauta hipnotizando a inversores, ahorradores, especuladores y acreedores de las deudas públicas y privadas mundiales consiguiendo que, a pesar de la situación actual, con el endeudamiento público y privado en máximos de toda la historia de la humanidad, los costes de financiación estén en mínimos e incluso con los costes reales negativos.

Cada año en agosto, la Grand Place de Bruselas se cubre con una enorme alfombra de flores.

Pedro J. Ramírez, exdirector de 'El Mundo' convertido en columnista del diario que fundó hace 25 años, no ha dejado pasar la ocasión que su medio le ha brindado para lanzar dardos a lo largo de la mañana en su cuenta de Twitter contra la entrevista que la periodista Esther Esteban ha hecho a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal y que ha merecido la portada del medio.