Compramos y adquirimos libros -sí, libros físicos, de papel- y los ponemos a disposición de una persona cada vez para que los saque en préstamo y los lea en línea. […] Para impedir que nuestros libros se descarguen y redistribuyan, utilizamos la misma tecnología que emplean las editoriales. Pero las editoriales que han demandado a nuestra biblioteca dicen que no se nos debería permitir prestar los libros que poseemos. Nos han obligado a retirar más de medio millón de libros (+500.000) de nuestra biblioteca, y por eso recurrimos.