La acababa de violar y, consciente del estado de trauma en el que había dejado a la joven, volvió a la habitación y abrió lentamente la puerta con un cuchillo en la mano. La chica, de apenas 22 años, estaba llamando a una prima suya para alertarla de lo que le acababa de ocurrir. Al ver que el agresor entraba de nuevo en el dormitorio, y tras escuchar que su prima le decía que le grabara, la joven colgó la llamada y enfocó al violador. Ella lloraba muy afectada, mientras el violador le pedía perdón, de rodillas, pero sin soltar el cuchillo.