«Yo no sabía que eso podía considerarse abuso o acoso», explicó. Sin duda ese es el gran problema, y también explica la actitud de Rubiales, que a estas horas sigue pensando que él no hizo nada mal. Tampoco ha tenido enfrente a ningún periodista que se lo haga ver, y eso que el domingo habló con cuatro. Cuatro miembros destacados de ese gremio que tanto presume de fiscalizar al poder y de atreverse con las preguntas incómodas que no son capaces de formular los streamers.