Algunas llevan pantalones largos para evitar que las pinchen, otras un silbato unido a las llaves por si perciben una amenaza y, para todas, la consigna clara; nadie se queda sola, ni para pedir en la barra ni para ir al baño. Los ataques por sumisión química que se han venido repitiendo en las fiestas durante el verano han acentuado el miedo entre las mujeres, sobre todo las más jóvenes.