El tiempo ha puesto (y pondrá) cada política de actuación contra el COVID en su lugar. España fué el 3er o 4º país azotado tras China, y la infección explotó de improviso llevándose por delante decenas de miles de vidas. No se gestionó significativamente mejor ni peor que en otros lugares, sencillamente nos pilló de carnavales y pendientes de nuestros respectivos ombligos, y se lió gorda en pocas semanas. Pero las olas sucesivas sí que estaban más que anunciadas y previstas; ha sido la gente con su irresponsabilidad quienes las han armado a pesar de la advertencia. Bastan unos cuantos miles de irresponsables para que acabe contagiándose un 5% de la población y muriendo un 0,05% de ésta, casi más por el colapso ya que por la propia enfermedad. Y no dudéis que sin vacuna habría una 5ª, una 6ª ola, y así hasta que casi toda la población la hubiera pasado (doy por hecho que la 4ª está creciendo ya, pero por suerte esta vez quedará confinada en las autonomías que no han actuado con firmeza contra la pandemia). En Francia actuaron bien pero no han identificado -ni actuado contra- el probable foco de la mayoría de contagios, la fiesta. Así que los chavales siguen llegando a la capital euro-peda del turismo de borrachera tras el cerrojazo de Magaluf y se están volviendo con millones de souvenirs en forma de virus, que luego esparcen por sus círculos familiares. En 1 mes veremos la diferencia entre tomar medidas restrictivas de movilidad y limitar la vida social o no hacerlo, y creo que esta vez van a ser muy abultadas.
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