#0 Sincerámente, Pablo, no creo que compartas la filosofía Creative Commons, no sé si tiene sentido que liberes una novela 'a ver qué pasa'
Tú crees que escribir es un trabajo, por el que el autor debe ser recompensado. Me parece bien. Pero eso no entra dentro de la filosofía de Creative Commons, en la que los autores creemos que lo que creamos debe ser es el resultado y la síntesis del trabajo de todos, del conocimiento de todos, de la realidad de todos, y por tanto debe pertenecer a todos.
El autor, el escribiente, no es más que una pieza más al servicio de la construcción del procomún. Con toda su particularísima individualidad, por supuesto. Con su particular visión de las cosas, con su particular experiencia, con su particular forma de expresión, con sus particulares intereses y desintereses.
Pero una individualidad que no vive aislada, que está en contacto con los demás, que es permeable a su entorno. Una individualidad rica y cuya riqueza es justamente lo que toma de los demás, y que siente que debe devolverlo a los demás y que por eso crea. Una individualidad que se relaciona con los suyos sin interés, por el placer de la relación, y que contribuye a esa relación con lo más bello que es capaz de hacer, no como una expresión de su propia habilidad sino como expresión de la habilidad de su generación, de su humanidad.
Tú crees que esa expresión debe ser limitada a una relación comercial, una transacción que mida la aportación en contante y sonante. Quizá porque lo que te interesa es asegurarte de que los demás valoran esa aportación, porque no tienes claro que esa aportación esté al nivel de las que has recibido de los demás. O porque esa es la relación que te han enseñado a mantener con los demás y te han inculcado que no cabe otra.
Lo que sale de tu mano es de tu propiedad, puedes darlo o no darlo, eres libre de hacerlo. Si optas por darlo, estás creando. Si optas por restringirlo, por no darlo sin imponer una serie de condiciones que te hacen dueño y señor de lo creado, estás dominando. Y para ti la libertad está ahí, en tener la capacidad de dominar a los demás. Maldita sea la libertad que existe para imponer una voluntad a la de los demás, pues esa libertad se erige sobre la esclavitud.
Tú verás a qué quieres dominar. A mí, desde luego no.
#12 Lo peor, es que ahora el docx es el estandar....y no lo cumplen.
Yo trabajo con MS en el trabajo. Me llevo un archivo docx para casa. Lo abro. Algunas cosas están mal. Modifico, y guardo. Llego al trabajo. Algunas cosas están mal.
Es un horror. Una verdadera lástima, pero al final, por causas de fuerza mayor, acabaré comprando windoze para casa
(P.S. y si me sigue tocando los cojones el puto bluetooth, que no se puede evitar que arranque, me cambio antes )
#3 No hay alternativas libres de calidad al Office de Microsoft, a Photoshop, etc. Las alternativas libres a algunos programas están a años luz, y no son pequeños programas sino que tienen tal importancia que muchísima gente únicamente usa el ordenador para tener acceso a ellos como su principal herramienta de trabajo. Libre Office es una basura comparado con el Office de Microsoft, y mira que he intentado adaptarme y mandar a MS a la mierda, pero es imposible hoy por hoy.
#3 quizas porque no es verdad y solo los fanaticos repetis lo mismo como si fuerais mormones pasandoos por las casas a evangelizar.
En algunos casos puntuales si hay alternativa libre a la altura, en la inmensa mayoria no la hay, lo que hay son alternativas obsoletas que pueden valer para salir del paso pero que estan en torno a una decada por detras del sofware propietario lider del momento.
ejemplo:
Necesito usar microsoft office en lugar de libre office? no
Necesito usar photoshop en lugar de gimp? si
Necesito usar zbrush en lugar del modo esculpir de blender? si
Y un largo etc en edicion de video, creacion de musica...
#3 En Linux no hay alternativa a Photoshop que esté a la altura. Y creeme que lo sé, llevo años queriendo pasar de OS X a alguna distro, y es lo único que lo impide.
Tú crees que escribir es un trabajo, por el que el autor debe ser recompensado. Me parece bien. Pero eso no entra dentro de la filosofía de Creative Commons, en la que los autores creemos que lo que creamos
debe seres el resultado y la síntesis del trabajo de todos, del conocimiento de todos, de la realidad de todos, y por tanto debe pertenecer a todos.El autor, el escribiente, no es más que una pieza más al servicio de la construcción del procomún. Con toda su particularísima individualidad, por supuesto. Con su particular visión de las cosas, con su particular experiencia, con su particular forma de expresión, con sus particulares intereses y desintereses.
Pero una individualidad que no vive aislada, que está en contacto con los demás, que es permeable a su entorno. Una individualidad rica y cuya riqueza es justamente lo que toma de los demás, y que siente que debe devolverlo a los demás y que por eso crea. Una individualidad que se relaciona con los suyos sin interés, por el placer de la relación, y que contribuye a esa relación con lo más bello que es capaz de hacer, no como una expresión de su propia habilidad sino como expresión de la habilidad de su generación, de su humanidad.
Tú crees que esa expresión debe ser limitada a una relación comercial, una transacción que mida la aportación en contante y sonante. Quizá porque lo que te interesa es asegurarte de que los demás valoran esa aportación, porque no tienes claro que esa aportación esté al nivel de las que has recibido de los demás. O porque esa es la relación que te han enseñado a mantener con los demás y te han inculcado que no cabe otra.
Lo que sale de tu mano es de tu propiedad, puedes darlo o no darlo, eres libre de hacerlo. Si optas por darlo, estás creando. Si optas por restringirlo, por no darlo sin imponer una serie de condiciones que te hacen dueño y señor de lo creado, estás dominando. Y para ti la libertad está ahí, en tener la capacidad de dominar a los demás. Maldita sea la libertad que existe para imponer una voluntad a la de los demás, pues esa libertad se erige sobre la esclavitud.
Tú verás a qué quieres dominar. A mí, desde luego no.