#51 Si hablamos del derecho a la vida y similares, puede que tengas razón en que hoy se lucha para protegerlos. Pero esa centralización como excusa, lo que produce es, inevitablemente, burocracia en el resto de aspectos de nuestras vidas. Las organizaciones supranacionales (UE, ONU, OCDE, FMI, etc.) buscan unificar legislaciones, armonizar impuestos, controlar cada vez más desde un único lugar. Eso produce indefensión del ciudadano frente a sus abusos, puesto que si todos los países hacen lo mismo, no hay adónde escapar si no nos gusta. Por suerte, todavía hay bastante independencia de los Estados respecto a estas organizaciones, y por tanto aún no tienen un poder de coacción demasiado grande, pero es hacia lo que tendemos.
Por otro lado, la experiencia demuestra que no son necesarias estas unificaciones políticas para defender esos derechos básicos. ¿Podría un microestado como Gibraltar crear campos de concentración? ¿Y Andorra? ¿San Marino? Desde luego sería mucho más complicado que para una superpotencia, ya que no tardaría en experimentar una emigración en masa, una presión del resto del mundo mucho mayor que la segunda, y tendría menos poder represor para conseguirlo. Precisamente la descentralización lo que busca es limitar el poder político. Cuantas más opciones tenga el ciudadano, cuanto menos poder y recursos tengan los políticos, más difíciles se vuelven sus abusos, y más se centran en lo realmente fundamental: garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
El caciquismo, por suerte, con la mejora en las telecomunicaciones y en los medios de transporte, es infinitamente más complicado hoy que hace décadas o siglos, cuando una persona nacía en un pueblo y tenía poca elección de trabajo frente a un terrateniente que fuese dueño de muchas tierras. Es más, hoy la tierra ni siquiera es la principal fuente de riqueza de las sociedades desarrolladas.
#41 Un lema no define a un país. Creo que ha quedado claro que ninguno de esos tres países son lo que yo defiendo. EE.UU. habría sido un buen ejemplo antes de Lincoln (y, obviamente, descontando la esclavitud, que es todo menos libertad), pero hace mucho que no.
Veo que sigo sin explicarme: la sociedad no tiene por qué ser local, lo que defiendo es la descentralización de la administración política. Nada impide a una persona relacionarse con gente de otra ciudad, aunque pertenezcan a Estados distintos.
Por otro lado, vuelvo a repetir que la participación política es precisamente lo contrario de lo que habla el artículo. Es mucho mejor la autonomía que la decisión colectiva, aunque ésta sea a un nivel bajo. Volviendo a los ejemplos anteriores, la mayoría de los habitantes de Mónaco y una gran parte de Singapur, por ejemplo, son extranjeros. A esos habitantes, que no tienen derecho al voto, les importa bastante poco no poder participar. Su «voto» ya lo han dado cuando deciden vivir en ese lugar frente a otras alternativas. El voto con los pies, sobre todo cuando la capacidad de movimiento es alta (cuando los Estados son físicamente más pequeños), es extraordinariamente efectivo, y a menudo más que la propia papeleta, por los incentivos que genera. No hay que participar más, sino menos, y dejar que la gente viva su vida en paz.
Por último, no entiendo qué importa su estatus de paraísos fiscales o antiguas colonias para mostrar cuál es su modelo territorial-administrativo hoy. ¿No son libres los ciudadanos de elegir un país que les robe menos? Preveo una respuesta del tipo «son ricos porque son paraísos fiscales, y no todos podemos serlo», pero basta echar un ojo a las cifras para comprobar que no es cierto: aun eliminando todo el sector financiero de Liechtenstein, por ejemplo (y sin eliminarlo en España), que supone una cuarta parte de su economía, su renta per cápita sigue siendo tres veces superior a la española (a paridad de poder adquisitivo): $90.000 frente a $30.000, aproximadamente. Y la explicación económica es sencilla: la riqueza permite generar más riqueza, porque se pasa de decisiones centralizadas y monopolísticas, tomadas por políticos que no se juegan su propio dinero ni tienen como objetivo ofrecer el mejor servicio, sino ganar las siguientes elecciones, a una competencia descentralizada, donde prima la satisfacción del cliente (el ciudadano) y nadie tiene derecho a utilizar tu dinero sin tu consentimiento. Y no hay ningún problema porque no tengan un enorme bienestar del Estado, tienen una sociedad del bienestar, que es considerablemente mejor. Es una pena que se tenga en tan poca estima un principio de convivencia tan básico como «soy dueño de lo que gano trabajando», y que tan bien ha demostrado funcionar a lo largo de los últimos 150 años donde se ha aplicado.
#39 Le das una legitimidad a la legislación vigente que no le corresponde, y por eso no nos vamos a entender. Por no hablar de la democracia, que es la imposición del 51% sobre el 100%, y nuevamente no debe presuponer que posee ninguna legitimidad, como he explicado en mi anterior comentario.
Dices que mi ejemplo es demagógico porque hoy no se violan los DDHH como ocurría con la esclavitud. Yo considero que ser dueños de nuestras propias vidas es un derecho humano, y si un político decide robarme el fruto de mi trabajo, prohibirme acciones pacíficas u obligarme a hacer lo que él quiere, no soy dueño de ella. Y aquí es bastante irrelevante que la decisión haya sido democrática o sometida a "derecho".
Y por si fuera poco, me acusas de tener una "vil intención" de hacer pasar a Cataluña como oprimida, cuando desde el principio he dejado claro que yo defiendo a los individuos, y no a las naciones. Ahí entran el catalán, el madrileño (de hecho, yo mismo lo soy), la murciana y la etíope por igual. No nos vamos a entender porque tus razonamientos son profundamente colectivistas y muy centrados en la realidad existente más que en la filosofía ética, por lo que no entiendes los míos y tienes prejuicios sobre mí y mis intenciones porque he defendido algo que no te gusta.
Aun así, un placer hablar contigo, ha sido interesante. Un saludo.
#37 Bueno, soberanía popular o soberanía nacional, llámala como quieras. Ni siquiera las naciones suelen estar definidas perfectamente. Es una pura cuestión semántica, el efecto es el mismo: un grupo de ciudadanos imponiendo sus preferencias al resto de la población que habita en un territorio determinado. La libertad individual se opone frontalmente a ambas, igual que lo haría frente a una dictadura.
En cuanto a la imposición de decisiones, utilizas un falso razonamiento circular. Dices que el territorio es de todos porque así se ha decidido por soberanía popular, y que por tanto la soberanía popular incluye la posesión sobre el territorio. El problema es que en ningún caso se justifica esa primera apropiación de todo un territorio por parte de un Estado. Mía es mi casa, o mi negocio, o mis tierras, pero no trozos arbitrarios de un territorio que no se ha cedido mediante contratos. Los Estados no se han formado nunca por acuerdos entre sus propietarios, sino por conquista: las fronteras significan «hasta aquí llego el ejército» o bien «así es como un grupo de burócratas se repartieron unas tierras que no eran suyas». La formación de los Estados nunca ha sido legítima, por lo que la legislación vigente importa poco de cara a su autoridad ética. Perfectamente la soberanía nacional (o popular) podría incluir el control sobre tu propia vida (y en muchos casos ya lo hace hoy), no hay diferencia conceptual, más allá de que la segunda la rechazaríamos mucho antes si se entrometiera aún más. No es que la analogía esté mal redactada, es que las premisas de las que partes no son correctas.
Y repito, la democracia no es soberana para nada: si yo voy a un restaurante y todos los comensales votáis que yo os pague vuestra comida, esa decisión es claramente ilegítima, por mucho que haya un 99% de apoyo. Por tanto, una decisión no es justa por el simple hecho de ser democrática. Con el Estado pasa lo mismo. No basemos los argumentos en «lo dice la ley». La ley ha dicho barbaridades a lo largo de la historia. Profundicemos en los argumentos. Recomiendo el libro The Problem of Political Authority, de Michael Huemer.
#35 Sí, el argumento legal es razonable. ¿Pero le dirías a un esclavo de 1850 que solo puede dejar de ser esclavo si somete la decisión a un voto comunitario? Probablemente no, porque hay derechos que entendemos que son superiores a la legalidad vigente.
Si democráticamente saliese elegido un tirano y cambiase las leyes (como pasó con Chávez cuando modificó la constitución de Venezuela), imponiendo decisiones abiertamente liberticidas, ¿lo veríamos justo? Pues esto es igual, con la diferencia de que mucha gente no es consciente de que estar obligado a participar en un sistema político determinado, sea liberticida. El contraargumento de «no estás obligado, si no te gusta, vete» es bastante endeble, porque no le diríamos a un esclavo «no estás obligado a trabajar para mí, vete a trabajar para otro negrero». Y eso es lo que ocurre hoy, cuando toda la tierra son Estados y no se permite la creación de uno nuevo.
El Estado de derecho está bien, pero a su vez el Estado no es moralmente superior a nadie, y no debe violar las libertades básicas de ninguno de sus ciudadanos. Por eso algunos personajes históricos defendieron el incumplimiento de las leyes injustas. La definición de «injustas» puede ser algo ambigua, pero desde luego hay ciertos principios éticos que todos compartimos.
#31 Nacionalismo y democracia tienen cosas en común, pero efectivamente, no son lo mismo. Si aplicas la democracia al ámbito nacional, es una democracia nacionalista. Si aplicas la democracia a tu comunidad de vecinos, es una democracia de libre adscripción (mucho más ética). A su vez, el nacionalismo no tiene por qué ser democrático (puede ser censitario, autoritario o totalitario).
Si tu democracia incluye, forzosamente, a todos aquellos que defines como nación, eres ambas cosas, demócrata y nacionalista. Yo creo en las personas y en su libertad para no someterse a lo que a ti, a mí o a cualquier otro nos parezca bien, siempre que ellos respeten igualmente nuestra libertad. Eso excluye, necesariamente, a cualquier grupo impuesto. ¿Verías justo que tu familia decidiera (siendo tú adulto, los menores son tema aparte) democráticamente cómo tienes que vivir tu vida? Probablemente no: aceptas sus consejos, te puedes relacionar con ellos porque quieres, pero desde luego no tienen autoridad jurídica sobre ti para imponerte su visión. Pues el nacionalismo sería ese primer caso, pero extrapolado a un grupo mucho más grande.
#30 No sé si me yo me explico mal, tú no me entiendes o un poco de ambas. Inclusivo y universal es lo contrario de identitario y nacionalista (ojo, tampoco implica necesariamente fronteras abiertas). No sé en qué demonios se parecen unos países enormes (y en el caso de Francia y la URSS, también extremadamente centralistas) con la secesión y la descentralización. A mí me parecen antagónicos. EEUU tampoco es hoy el mejor ejemplo, con el creciente poder del Gobierno federal. Mis ejemplos son Mónaco, Liechtenstein, Andorra, Gibraltar, Singapur, Hong Kong, etc.
Tampoco parezco haberme explicado correctamente sobre el acercamiento de las decisiones al ciudadano. La política es lo contrario: decisiones centralizadas, democráticas o no, pero igualmente impuestas por un grupo sobre toda la población. La autonomía, la autogestión, son justo lo contrario: que cada ciudadano tome sus propias decisiones, que les afecten a ellos mismos y no a los demás, y que las interacciones entre los ciudadanos sean voluntarias y no autoritarias. Estas ideas se basan en la despolitización de la sociedad de forma íntegra. Dentro de este sistema pueden existir kibbutz (un experimento interesante, porque es de los pocos ejemplos de socialismo realmente voluntario y no militarista, como en casi todas partes) junto con organizaciones totalmente capitalistas. De hecho, la voluntariedad es la base del capitalismo laissez faire (no del capitalismo de amiguetes de hoy), pero como digo, no impide otros tipos de organización dentro de él.
#29 No existe la libertad colectiva sin la individual. El colectivo es, por definición, la suma de individuos. Los individuos buscan de forma natural asociarse y cooperar, creando equipos y jerarquías (voluntarias), como por ejemplo las empresas, los clubes, etc. No hace falta forzar nada.
Me extraña tu primera frase. ¿No puedes cooperar con alguien que no pertenezca a tu Estado? No sé tú, pero yo no tengo ningún problema para tratar con ingleses, portugueses, alemanes, estadounidenses, japoneses o australianos. Creer que la cooperación solo existe si politizamos la sociedad es afirmar que somos súbditos, marionetas de los burócratas.
#27 Fantástico, pues eso es justo de lo que habla el artículo. Repito que la secesión no se tiene por qué basar en cuestiones de identidad poblacional (de hecho, sería mejor si no fuese así), sino en la reducción del control político y el acercamiento de las decisiones al ciudadano. Cuantas más secesiones (a igualdad de condiciones), mejor. Mientras sigamos pensando en términos nacionalistas e identitarios, no entenderemos el problema ni la solución. Hay muchos ejemplos de Estados que no se basan en identidades nacionales definidas, sino en la simple adhesión a una comunidad política. Saludos.
#21 Desde la victoria de Trump, ha surgido (o ganado popularidad) un movimiento independentista en California. Podría haber puesto la de Texas, Escocia o la propia Madrid (como digo, la secesión no tiene por qué tener una fuerte componente nacionalista), pero veo la de California más neutral. Si hubiera puesto la de Cataluña o País Vasco, muchos ni siquiera habrían leído el artículo por considerarlo propaganda unidireccional.
#11 Al revés, necesitamos menos de todo eso. Y la mejor forma de conseguirlo es evitando que no haya un único y enorme monopolio político centralizado, sino muchos pequeños, en competencia y austeros, buscando satisfacer los deseos de sus ciudadanos de la manera más eficaz y eficiente posible. El objetivo está claro, pero por desgracia muchos creen que se consigue dándole más poder y más control central a los políticos de siempre.
#7 Confundes descentralización político-administrativa con aislacionismo cultural y social. No tienen nada que ver. Los Estados desarrollados más pequeños del mundo son a menudo los más abiertos al mundo y los más globalizados. Mónaco, Singapur, Hong Kong o Macao son solo algunos ejemplos. La división del trabajo es la base del mundo actual y se va a seguir desarrollando. El artículo no critica eso, ni mucho menos el trabajo en sí (que por cierto, no es ninguna obligación, sino una forma de satisfacer los deseos y necesidades que casi todos tenemos). Critica la imposición política que limita la libre cooperación social, voluntaria, que es la base del progreso. Saludos.
#5 El artículo, como has podido leer, critica duramente el nacionalismo. Tanto el catalán, como el vasco, como el español (habitualmente olvidado por no ser periférico), como cualquier otro. Además, separa claramente los conceptos de Estado y nación, muy a menudo confundidos, y justifica la descentralización por motivos éticos y funcionales, no por sentimientos patrióticos (que no son problemáticos, siempre que no supongan una imposición sobre terceros). No creo que sea relevante, pero por si te interesa para luchar contra tus prejuicios, soy el autor del artículo y soy madrileño, de modo que olvida esos malos argumentos sobre adoctrinamiento. Un saludo.
#2 El artículo explica que la soberanía nacional es una violación de las libertades de las personas, poniendo como excusa a un colectivo. Como tal, es injustificable si el objetivo es garantizar la autonomía personal y la no sumisión de unos grupos frente a otros.
Por otro lado, la experiencia demuestra que no son necesarias estas unificaciones políticas para defender esos derechos básicos. ¿Podría un microestado como Gibraltar crear campos de concentración? ¿Y Andorra? ¿San Marino? Desde luego sería mucho más complicado que para una superpotencia, ya que no tardaría en experimentar una emigración en masa, una presión del resto del mundo mucho mayor que la segunda, y tendría menos poder represor para conseguirlo. Precisamente la descentralización lo que busca es limitar el poder político. Cuantas más opciones tenga el ciudadano, cuanto menos poder y recursos tengan los políticos, más difíciles se vuelven sus abusos, y más se centran en lo realmente fundamental: garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
El caciquismo, por suerte, con la mejora en las telecomunicaciones y en los medios de transporte, es infinitamente más complicado hoy que hace décadas o siglos, cuando una persona nacía en un pueblo y tenía poca elección de trabajo frente a un terrateniente que fuese dueño de muchas tierras. Es más, hoy la tierra ni siquiera es la principal fuente de riqueza de las sociedades desarrolladas.
Un saludo.