#5#7 No es lo mismo ser ateo que ser idiota en el sentido etimológico del término.
Yo soy ateo y también me la pelaría lo que crea el resto de la gente, si eso no perjudicara a los demás. Pero resulta que los creyentes y los que se sirven de ellos no desisten en imponer su pretendida moral a los demás, negar los derechos civiles a los homosexuales, encarcelar a las mujeres que abortan y transmitir su mensaje de odio a los niños a través de la educación pública.
Cuando la religión sea realmente una opción personal y no un movimiento político retrógrado dejará de preocuparme. Hasta que eso sea así, considero que es necesario combatir la religión y sus perniciosos efectos en la sociedad. Los convocantes de la procesión atea tienen tanto derecho como cualquiera a convocarla.
Por último, me gustaría ver que tan exquisita sensibilidad con los sentimientos de una parte la ciudadanía como muestra el ayuntamiento en este caso se aplica también cuando venga Benedicto XVI a ocupar la plaza de Colón para insultar y mandar al infierno a los laicos, las mujeres, los homosexuales y a todo el que no piense exactamente como él.
#8, a los hetero también nos preguntan si hemos mantenido relaciones sexuales de riesgo con parejas no habituales, y tampoco lo "comprueban". Como dice #16, se fian de tu palabra (aunque luego hagan pruebas, obviamente). Lo sabrías si donases.
La medida de prohibición es estúpida (la anterior, y la actual más "light"). La única pregunta que te tienen que hacer es si has mantenido relaciones de riesgo (es decir, sin preservativo) con una pareja que no sea la habitual tuya (obviamente si tu pareja habitual tiene enfermedades contagiosas, se supone que lo sabes y lo dices) en cierto intervalo de tiempo reciente. Punto. Que sean homosexuales o heterosexuales es irrelevante. Puede que los homosexuales sean más promíscuos (es una suposición), pero no pasa nada: ya lo dirán cuando se les pregunte, ¿no? Te deben rechazar la donación por ser promiscuo, no homosexual.
Yo soy ateo y también me la pelaría lo que crea el resto de la gente, si eso no perjudicara a los demás. Pero resulta que los creyentes y los que se sirven de ellos no desisten en imponer su pretendida moral a los demás, negar los derechos civiles a los homosexuales, encarcelar a las mujeres que abortan y transmitir su mensaje de odio a los niños a través de la educación pública.
Cuando la religión sea realmente una opción personal y no un movimiento político retrógrado dejará de preocuparme. Hasta que eso sea así, considero que es necesario combatir la religión y sus perniciosos efectos en la sociedad. Los convocantes de la procesión atea tienen tanto derecho como cualquiera a convocarla.
Por último, me gustaría ver que tan exquisita sensibilidad con los sentimientos de una parte la ciudadanía como muestra el ayuntamiento en este caso se aplica también cuando venga Benedicto XVI a ocupar la plaza de Colón para insultar y mandar al infierno a los laicos, las mujeres, los homosexuales y a todo el que no piense exactamente como él.