Nuestro problema no son los políticos sino el sistema. De un sistema, que permite conseguir poder parlamentario con el apoyo de una minoría de los ciudadanos, que corrompe la democracia parlamentaria con las listas electorales cerradas y la disciplina de partido, que pone en el poder en los aparatos de los partidos, que fomenta la prepotencia de los políticos al pensar que solo su formación tiene las mejores recetas para los problemas ciudadanos, no podemos esperar justicia social. Necesitamos un cambio en el que los ciudadanos tengamos realmente el poder y podamos, mediante referéndums, decidir los principios políticos por los que queremos regirnos. No podemos seguir cediendo nuestro poder a representantes que son egoístas e incompetentes y en los que predomina el ansias de poder.
El artículo describe claramente la situación cuando refleja que un economista sostiene un criterio y otro todo lo contrario. La sociedad, desgraciadamente, se encuentra con don dos pensamientos: los que priorizan la creación de riqueza penalizando su justa distribución y los que priorizan la justa distribución penalizando la creación de riqueza. Ambos están equivocados. No hay nada en la vida que sea blanco o negro. Necesitamos pensamientos que faciliten la creación de riqueza y que obliguen a su justa distribución. No es difícil, es simplemente voluntad política que con nuestro sistema político actual es imposible de conseguir. Solo con un sistema político con directrices definidas directamente por los ciudadanos se logrará.
El problema no es ese. El problema son las desigualdades en nuestra sociedad, la precariedad y el paro. De ello surgieron los nuevos partidos y en Cataluña el sentimiento de que sólo con un Estado propio podían resolver los problemas. De las elecciones ha salido una distribución de poderes que refuerza las actuaciones del parlamento, hasta ahora marioneta de mayorías absolutas. Hoy tenemos la oportunidad que independientemente del gobierno que ejecute las leyes, estas se acuerden en el ámbito parlamentario con el consenso mayoritario. La estabilidad debe pasar del gobierno de turno al parlamento.
Más allá de las actuaciones ilegales de miembros de la Casa Real, esté el hecho de ser una institución que no aporta valor añadido alguno a los ciudadanos y por tanto es un lujo del que se debe prescindir.
#19 Eso depende de cómo veas una democracia parlamentaria. En listas abiertas los ciudadanos elegimos a diputados que nos representen y que en debates parlamentarios llegan a la elaboración de leyes que tiene en cuenta los intereses de sus votantes. En listas cerradas votas al partido, donde el que manda es su aparato y en ese caso los diputados están puestos a dedo por sus dirigentes en función no de su valía sino de su fidelidad y además obligados a seguir las directrices de sus aparatos que prioriza el interés del partido sobre el de los ciudadanos. Respecto al programa ningún partido lo cumple, siempre están los argumentos de la herencia o de que no es el momento oportuno. Lo de no cobrar es porque no dan ningún valor añadido a los ciudadanos, son simples marionetas.
Para tener toda la información que nos permita hacernos una idea real de la situación se debería reflejar en el comentario que la potencia instalada representa algo más del 10% del total y que se aspira a llegar al 15% en el 2016.
Mientras existan las listas electorales cerradas y la disciplina de partido, los diputados son meras marionetas de los aparatos de los partidos que son los verdaderos órganos de poder. Por lo tanto no es que se deban rebajar los sueldos, es que no deberían cobrar nada.
Los ruidos mediáticos sobre los enfrentamientos internos en el PSOE no nos debe hacer olvidar que en las elecciones del 20D perdieron el apoyo de un millón y medio de electores. Eso no se debe ni al carisma del líder ni a los enfrentamientos internos sino a la falta de un proyecto creíble que ilusione a la nueva sociedad española. Es preocupante que todo lo que se oye de sus dirigentes es más de lo mismo.
La caída de los precios del petróleo por exceso de oferta y de las materias primas por caída de la demanda es positiva para los ciudadanos europeos en cuanto permite reducir los precios del consumo. Es malo para los poderes económicos porque erosiona fuentes de especulación con los que obtienen importantes beneficios, sin aportar nada a la economía productiva. Nuestro problema es la falta de normativas que obligue a las empresas a repercutir adecuadamente esas rebajas a los precios de los consumidores, que con este sistema político nunca se establecerán.
Las infraestructuras son el medio para fomentar la riqueza de los países. El hecho del deficiente reparto de la riqueza y de la pobreza de sectores de la población, no nos debe llevar a cuestionarlas. El mal reparto de la riqueza no se debe a la implantación de las infraestructuras sino a la ausencia de normativas que la aseguren Para cubrir las necesidades básicas de los sectores empobrecidos se debe racionalizar el gasto público eliminando todo aquello que no sirva a los intereses ciudadanos, acciones, ambas, que nuestro sistema político nunca logrará
La humanidad desde que pudo calcular el comienzo y el fin de las estaciones anuales, celebró fiestas para conmemorar el final de la reducción de los días y el comienzo de su crecimiento y el final de las siembras de invierno. Eran fiestas ciudadanas, que todas la religiones han tratado de adueñarse para fomentar su religión. Es bueno que se elimine de la fiesta su contenido propagandístico religiosos y vuelva a ser una fiesta ciudadana. Bien por doña Carmena.
Creo que el acceso a Internet tiene más que ver con la disponibilidad de tiempo que con el nivel social. Los jóvenes y los jubilados disponen, los primeros de interés y los segundos de tiempo, mientras que las clases laborales están volcados en su trabajo sin tiempo para Internet.
Por otra parte veo en diferentes comentarios la influencia de la troika en los países pero no veo autocrítica sobre cuáles fueron los factores que llevaron a eses dependencia.
Lo primero que hay que poner de manifiesto es que España son sus ciudadanos y sus pensamientos, no los poderes políticos, religiosos y económicos. Los ciudadanos debemos analizar el problema desde nuestros intereses y no bajo la manipulación de esas fuerzas. Nos interesan ayuntamientos fuertes dirigidos no por políticos, sino por plataformas ciudadanas como medio para que sus decisiones sean a favor de todos los ciudadanos y no de los afines al partido gobernante. Necesitamos autonomías fuertes para hacer política cercana a los ciudadanos . La pertenencia a uniones supranacionales como la U.E. nos da la fuerza del grupo en un mundo global como el que vivimos favoreciendo nuestro potencial económico y social. Tanto en las autonomías como en la U.E. necesitamos gobiernos en el que las decisiones se tomen prioritariamente en función de los intereses de los ciudadanos y no de los intereses de los poderes antes mencionados. En el entorno de autonomías y U.E. fuertes, no tienen cabida los gobiernos nacionales que además de no darnos ningún valor añadido, son los responsables de la debilidad de ambas instituciones.
Existe el problema de que si bajan los salarios, bajan las materias primas y se mantienen los precios, ¿a dónde van los superávit empresariales?. Su aplicación compete exclusivamente a las direcciones de las empresas, cuando en su creación son responsables tanto los trabajadores como las direcciones. Se debe crear normas que obliguen a las empresas a tener en cuenta la opinión de sus asalariados en la aplicación de dichos superávits.
Lo que han puesto de manifiesto es que los programas de ninguna formación política tienen el apoyo mayoritario de la sociedad. Han puesto de manifiesto que la sociedad considera que todas las formaciones políticas tienen buenas propuestas y lo que se quiere es que lleguen a acuerdos en los que se pongan en marcha esas propuestas independientemente de que partido las promueve. Desgraciadamente la cultura de “sólo nosotros tenemos las recetas adecuadas” y los intereses electoralistas de los partidos, lo impedirá.
Es imposible una verdadera política parlamentaria con listas electorales cerradas y con la disciplina de partido. Desde que se instauró la democracia ha dominado en el mapa político que sólo las recetas de cada uno de los partidos son las adecuadas para los problemas de nuestra sociedad. Esa cultura impide pactos beneficiosos para la sociedad que solo se alcanzarán si los partidos involucrados salen ganando algo desde el punto de vista electoral.
El fracaso de formar gobierno será consecuencia de la incompetencia de nuestros políticos que anteponen los intereses partidistas sobre los de los ciudadanos y que son incapaces de priorizar los diferentes puntos de sus propuestas en aras de un acurdo. Por otras parte siempre que escucho que en España manda la Sra. Merkel, me pregunto, ¿de donde sale su fuerza para ejercer ese poder y de quién es la culpa de que lo tenga.
Como en tantos otros temas, en éste, se refleja la falta de criterio propio de nuestra sociedad. Somos demasiados permeables a la manipulación de los medios que nos incitan al consumo. Se echa en falta, en muchos, el concepto de que la felicidad no depende de los bienes que tenemos sino de las relaciones personales con nuestro entorno. El dinero nos pone en diferentes niveles de relaciones pero en ningún caso, las mejora, pero sí nos hace esclavos de ese nivel.
Siempre he visto las aspiraciones independentistas de Cataluña como un intento, por parte de unos de ganar cuota de poder, en esa comunidad, y por parte de otros de no perderlo. En ambas posturas los intereses ciudadanos son secundarios. Al no interesarle a ninguna de las posturas explicar con claridad las consecuencias reales de sus propuestas, unos apelan a los sentimientos y otros a las leyes. Lo que sí debemos tener claro los ciudadanos es que la justicia social que reclamamos reiteradamente, cabe en cualquiera de las dos alternativas y si no se ha atendido hasta ahora, es por voluntad política de los gobernantes.
Es curioso como se ve la gestión de Sánchez, dirigente elegido por el 49% de los afiliados. A los partidos tradicionales se le atraganta lo de primarias, ya que significa, pérdida de poder para el aparato de los partidos. El desconcierto en el PSOE es total. Se centran en personalismos y reclamaciones de poder, olvidando lo más importante, que no tienen propuestas políticas convincentes para afrontar las reclamaciones actuales de nuestra sociedad.
El rey no tiene legitimidad moral para ejercer de árbitro imparcial en la política. No ha sido elegido por los ciudadanos y sus en sus actuaciones tendrán prioridad, sobre los intereses ciudadanos mantener un sistema que es garantía de la existencia de la casa Real.
En todas las elecciones se debe analizar los apoyos de los partidos desde el punto de vista del total del censo electoral que nos da el porcentaje de ciudadanos que realmente los ha apoyado. Con este criterio el apoyo real fue, PP 21,96%, PESOE 16,83%, Podemos y plataformas 15.79%, Ciudadanos 10,65%, Otros 7,94%. Esto debe hacer reflexionar a cada uno de los políticos, primero siendo conscientes del mínimo apoyo de cada formación y segundo olvidar la tesis que solo, cada uno de ellos, tienen las soluciones a los problemas de la sociedad. Los ciudadanos queremos que se tomen medidas concretas que aúnan lo mejor de cada formación y se dejen de querer imponer sus criterios unos a otros.