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Es terrible la arrogancia de los políticos: "estamos persiguiendo a los parados" [87]

Marcelino Iglesias: "No hay privilegios en las pensiones de los parlamentarios" [69]

  1. #5 y encima sin hacer bien su trabajo.

Las ilusiones perdidas envían a miles de jóvenes formados a la emigración [83]

  1. ME da asco como en El País hablan de los jovenes como si fuésemos mercancías. Hablan de dinero regalado a los empresarios de otro país. ¿eso es lo que somos?

    Yo me he ido por un tiempo, y no con pena ni para engordar los bolsillos de nadie. De hecho esa es una de las pocas cosas que tengo claras. Me he ido para enriquecerme, para aumentar la realidad de mi caverna. Para salir del imaginario aborregante, para conocer nuevas realidades, nuevas culturas y formas de pensar, nuevas formas de buscarse la vida. Parece que se nos olvida que lo más importante no es tener una casa, un coche, 3 hijos y un perro. Sino disfrutar de una vida plena y eso no te lo da lo material, sino las experiencias vitales.

    Me he ido porque la vida es corta y el mundo es muy grande, si no empiezo a conocerlo ahora no lo haré nunca. El sistema no me ofrece alternativas, solo me pide que trabaje y que consuma. ¿Qué digo?, ahora no me ofrece ni trabajo y si lo encuentro va a ser en unas condiciones lamentables, alienantes.

    Nuestro país no respeta a sus jóvenes, no trata como a idiotas, siempre lo han hecho. En la educación se preocupan de que no aprendamos a ser críticos, fomentan la competencia en lugar de la cooperación y que nos aprendamos sus verdades de memoria, como si de dogmas se tratara. Los medios, especialmente la tele, nos han metido la idea de que conseguiremos el bienestar a traves del consumo, como si con ello fueramos a alcanzar el equilibrio espiritual. Nos han bombardeado con publicidad, marcas y eslóganes, creando necesidades que no tenemos. Si consigues cambiar el chip, cuestionártelo todo, pronto te das cuenta de que el consumo es la clave de la alienación. Sin consumo a penas necesitas nada para vivir; lo justo para comer, vestirte y dormir. Con cantidades irrisorias de dinero puedes tirarte meses en el extranjero. Una vez das el paso, moverte se convierte en una rutina, en un juego, una aventura constante. Viajar al extranjero sin un plan fijo te enseña a sobrevivir, a enfrentarte a situaciones a las que nunca tendrías que enfrentarte en casa, un nuevo idioma (depende de a dónde viajes) a deshacerte de viejos prejuicios...

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