#155 En Uruguay al parecer tienen muchos problemas con ese modelo, porque sólo una cantidad pequeña de farmacias lo ofrece. Los bancos consideran narcotráfico sus operaciones, con los problemas que conlleva eso, el producto es de pésima calidad...
Con que dejasen a la gente dejar crecer la hierba sería un cambio importante, y a mejor en todos los aspectos. O simplemente con que dejaran de criminalizar a los autocultivadores, el cambio sería muy positivo. Eso sí, muchos narcos se irían a la mierda.
Los únicos negativos que me molestan son los de “venganza” cuando discutes con alguien y no le gusta lo que dices. Creo que pervierten menéame ya que grupúsculos pueden ocultar comentarios en contra de su ideologia. Es algo que meneame debería vigilar.
#9 la solución, dos gatos. En serio, las mías son felices juntas, y me puedo ir 15 días de vacaciones, y con el alimentador automático, la fuente de agua y tres cubetas, están genial. Las veo diariamente por webcam, y juegan y están como si nada. Al volver, obviamente están unos días sin despegarse de nosotros, pero por lo demás, no parece que sufran.
Es cuestión de que tengan altillos, vistas a la calle y espacio para esconderse.
#9#53#104 un maullido no es un ladrido. No hacen tanto ruído. Es posible que sus vecinos lo escuchasen de fondo, pero no tan fuerte como sería un ladrido.
Y, de todas formas, sí. Los vecinos que se jodan. Para cuando ellos hacen ruído.
#33 Los gatos maúllan para sus humanos. Seguramente ese gato no maulló apenas en todos esos días. Claro, que espero que #9 no le dejara 10 días sin ninguna visita Hay kittysitters que van a arreglar la arena, ponerle comida y darle cariño a tu casa...
#5 Depende. Los gatos ferales, que son los que no quieren tener trato con los humanos, se relacionan con el entorno. Los gatos caseros abandonados en las colonias se relacionan con todo el que pase cerca (que pueden ser capullos maltratadores de animales). Y luego están los "ni si ni no" que buscan un poco de cariño de los cuidadores de las colonias pero que no tienen la necesidad de estar en un hogar, como los caseros abandonados.