Me iba a quejar de la gente que no había leído la noticia, pero es que después de leerla veo que casi merece ser votada negativo, pues no explica la verdadera crueldad de la crucifixión, que es el tema de la asfixia (ésta se menciona pero muy superficialmente) y los clavos.
El cuerpo humano no está diseñado para permanecer en la posición que implica la crucifixión, con los brazos alzados de ese modo. Los pulmones no trabajan correctamente en esa postura. Si se mantiene durante horas, el reo empieza a tener dificultades para respirar. La única forma que tiene para evitar la asfixia (que es una de las muertes más agónicas que hay) es impulsarse haciendo fuerza con los pies y los brazos sobre las ataduras de las muñecas a la cruz, y al hacer eso consigue respirar. Pero enseguida tendrá que volver a hacerlo. No le queda más remedio, pues que yo sepa nadie puede optar por dejar de respirar y morir antes: el instinto obliga a uno a hacer lo que sea con tal de respirar, de ahí que sea tan agónico por ejemplo ahogarse en el mar (tal y como lo relatan los marineros salvados y reanimados in extremis). Al final, el condenado termina perdiendo las fuerzas tras horas o incluso días de agotamiento físico aupándose una y otra vez, y muere asfixiado de todos modos.
Si esto ya es cruel, cuando realmente la cosa se pone como para odiar a quienes llevaban a cabo este método de tortura y ejecución, es cuando en lugar de atar al reo se lo clavaba a la cruz, utilizando un gran clavo para cada muñeca y otro para los pies. De esa forma, cuando el reo se aupaba para respirar, tenía que hacerlo apoyándose en los puntos de anclaje a la cruz, que ya no eran las ataduras, sino las partes de su cuerpo que estaban atravesadas por clavos. ¿Os imagináis lo que tiene que doler tener las muñecas atravesadas por clavos y aun así tener que auparte sobre esos mismos clavos? Pues los ejecutados por crucifixión se podían tirar horas, incluso días, alternando entre la asfixia y ese dolor.
Nadie, ni siquiera el propio Hitler, merece morir así.
El cuerpo humano no está diseñado para permanecer en la posición que implica la crucifixión, con los brazos alzados de ese modo. Los pulmones no trabajan correctamente en esa postura. Si se mantiene durante horas, el reo empieza a tener dificultades para respirar. La única forma que tiene para evitar la asfixia (que es una de las muertes más agónicas que hay) es impulsarse haciendo fuerza con los pies y los brazos sobre las ataduras de las muñecas a la cruz, y al hacer eso consigue respirar. Pero enseguida tendrá que volver a hacerlo. No le queda más remedio, pues que yo sepa nadie puede optar por dejar de respirar y morir antes: el instinto obliga a uno a hacer lo que sea con tal de respirar, de ahí que sea tan agónico por ejemplo ahogarse en el mar (tal y como lo relatan los marineros salvados y reanimados in extremis). Al final, el condenado termina perdiendo las fuerzas tras horas o incluso días de agotamiento físico aupándose una y otra vez, y muere asfixiado de todos modos.
Si esto ya es cruel, cuando realmente la cosa se pone como para odiar a quienes llevaban a cabo este método de tortura y ejecución, es cuando en lugar de atar al reo se lo clavaba a la cruz, utilizando un gran clavo para cada muñeca y otro para los pies. De esa forma, cuando el reo se aupaba para respirar, tenía que hacerlo apoyándose en los puntos de anclaje a la cruz, que ya no eran las ataduras, sino las partes de su cuerpo que estaban atravesadas por clavos. ¿Os imagináis lo que tiene que doler tener las muñecas atravesadas por clavos y aun así tener que auparte sobre esos mismos clavos? Pues los ejecutados por crucifixión se podían tirar horas, incluso días, alternando entre la asfixia y ese dolor.
Nadie, ni siquiera el propio Hitler, merece morir así.