Esta forma de agresión también fue muy conocida hasta no hace mucho -estoy hablando de la posguerra española- en nuestro país, cuando novios despechados o frustrados, esperaban a la que ellos pensaban debía haber sido su pareja, a la puerta de la iglesia el día de su boda con otro hombre y arrojar ácido a la cara de ella -entonces su denominación más común era vitriolo- para achicharrar su cara y así arruinar su matrimonio.