Ahora el mundo se escandalizará porque un misil haya caído en Tel Aviv.
Los 28.483 que han caído en Palestina y en El Líbano ya tal, pero lo de Tel Aviv es intolerable.
¿Dónde estaba yo cuando Jesucristo, si es que existió, anunciaba su buena nueva? No estaba.
¿Dónde estaba yo cuando Roma conquistó el mundo? No estaba.
¿Y cuando lo hizo Napoleón? Tampoco estaba.
Ni estaba, ni tenía conciencia. Ni siquiera era un lejano proyecto.
Si uno solo de mis antepasados se hubiese muerto antes de engendrar a la siguiente generación o si mi abuela se hubiese enamorado de otro que no fuese mi abuelo, tampoco hubiese existido. Quizá otro, pero no yo.
Si otro espermatozoide de mi padre hubiese fecundado al óvulo de mi madre, en lugar del que lo hizo, tampoco sería yo, pero resulta que fue justo aquel. Y así con los espermatozoide y óvulos de mis abuelos, tatarabuelos y todos mis antepasados... hasta Lucy.
Soy el resultado de un cúmulo de casualidades tan grande que resulta inimaginable, acorde y compatible con lo que es realmente el universo.
¿Y a dónde iré cuando me muera?
Pues al mismo lugar de donde vengo, al lugar en donde estaba cuando cayó Constantinopla o… » ver todo el comentario
Es evidente que viven en una realidad paralela como le puede ocurrir a cualquier persona que padezca esquizofrenia paranoide. Que quizá la padezcan o su inmenso ego narcisista se la haya inventado. El resultado es el mismo, indistinguible e independiente de la causa.
En ambos casos, cuando esa realidad paralela se enfrenta a la verdadera realidad y, aunque sea solo por un instante, tomen conciencia de lo que realmente ocurre, de que nada encaja ni tiene sentido y que su vida no se corresponde con lo que ocurre fuera de ella, se produce un estado de confusión y sufrimiento emocional intolerable que cada paciente resuelve como puede, volviendo después al mismo estado paranoide anterior.
Como buenos esquizofrénicos nunca reconocerán su propia enfermedad, la intuyen, con más sufrimiento interior, pero no la aceptarán, con resultados imprevisibles.
Que dios nos coja confesados. (Frase retórica, no creo en dios.)
Los 28.483 que han caído en Palestina y en El Líbano ya tal, pero lo de Tel Aviv es intolerable.
Hay que joderse.
¿Dónde estaba yo cuando Roma conquistó el mundo? No estaba.
¿Y cuando lo hizo Napoleón? Tampoco estaba.
Ni estaba, ni tenía conciencia. Ni siquiera era un lejano proyecto.
Si uno solo de mis antepasados se hubiese muerto antes de engendrar a la siguiente generación o si mi abuela se hubiese enamorado de otro que no fuese mi abuelo, tampoco hubiese existido. Quizá otro, pero no yo.
Si otro espermatozoide de mi padre hubiese fecundado al óvulo de mi madre, en lugar del que lo hizo, tampoco sería yo, pero resulta que fue justo aquel. Y así con los espermatozoide y óvulos de mis abuelos, tatarabuelos y todos mis antepasados... hasta Lucy.
Soy el resultado de un cúmulo de casualidades tan grande que resulta inimaginable, acorde y compatible con lo que es realmente el universo.
¿Y a dónde iré cuando me muera?
Pues al mismo lugar de donde vengo, al lugar en donde estaba cuando cayó Constantinopla o… » ver todo el comentario
En ambos casos, cuando esa realidad paralela se enfrenta a la verdadera realidad y, aunque sea solo por un instante, tomen conciencia de lo que realmente ocurre, de que nada encaja ni tiene sentido y que su vida no se corresponde con lo que ocurre fuera de ella, se produce un estado de confusión y sufrimiento emocional intolerable que cada paciente resuelve como puede, volviendo después al mismo estado paranoide anterior.
Como buenos esquizofrénicos nunca reconocerán su propia enfermedad, la intuyen, con más sufrimiento interior, pero no la aceptarán, con resultados imprevisibles.
Que dios nos coja confesados. (Frase retórica, no creo en dios.)
Salud !!!!