Yo empecé con doce años. Solía comprar tebeos de Marvel en Arte 9, en la calle Hermosilla, en Madrid. Hablamos del año 1988. No sabía lo que era un juego de rol, pero me compré la edición de 'El señor de los anillos' que tenían a la venta. Me gustaban sus ilustraciones y todo el trasunto numérico. Pasé un año imaginando cómo plantear una partida. Siempre he sido 'master'; nunca he sido jugador, si no contamos los RPG clásicos de PC. Un año después pasé a la Glorantha de Runequest. Tuve todos los libros. El caso es que aprendí a dirigir partidas yo solo. Entre los catorce y los diecisiete años, tuve mi grupo de juego. Algunos eran chicos mayores que yo. Aquello era maravilloso. Gracias a los juegos de rol, pude desarrollar mi imaginación y aprender a comunicar ideas complejas. Por otra parte, no viví esa experiencia como un 'nerd', a pesar de la mala prensa que tuvieron al principio. Hace dos años, un amigo y yo volvimos recrear la campaña de Apple Lane con nuestros hijos y algunos de sus amigos. Durante dos inviernos, se convirtieron en auténticos aventureros. Mi hija Martina todavía recuerda con cariño aquellas largas campañas en el Paso del Dragón. No creo que haya motivos comerciales para publicar información en prensa generalista. A pesar de su normalización social, aún hoy hay mucho filisteísmo. Lo que está claro es que a los juegos de rol siempre jugaban personas muy inteligentes. No lo digo por mí. Solo una persona verdaderamente curiosa podía en aquella época interesarse por esa increíble construcción de un relato común.
Borges incluye un relato magistral en 'El Aleph' que se llama 'La búsqueda de Averroes' en el que fantasea sobre la imposibilidad del traductor árabe de entender el teatro griego: la representación de la tragedia y la comedia. Averroes vivió en Córdoba, probablemente la ciudad más próspera y culta del siglo X.
#29 Es indudable que las ideas cristianas han permeado Europa. El marxismo no habría sido posible si no hubiese existido ese humus. Y la Ilustración, claro, y conceptos aún más lejanos. Habiendo tantas cosas por conocer y que conocemos, muchos no entendemos el porqué de la supervivencia de estas creencias. Solemos ignorar su importancia; incluso hoy se han sustituido por formas alternativas e igual de falaces. Sabéis a lo que me refiero. Hice la comunión pero no me confirmé. ¿Cómo iba a hacerlo? A poco que leas y te informes, la duda te saldrá al paso. No he sido más feliz por creer menos. Pero ha sido una elección. Tengo 48 años y empiezo a no entender lo que pasa. Es disculpable que en un momento de desamparo nos agarremos a soluciones aparentemente inmediatas. Yo ahí no me atrevo a juzgar. Pero, grosso modo, la sociedad esta secularizada. André Malraux decía que este siglo "sería religioso o no será". Es pronto para saberlo, pero es muy extraño que un país como Estados Unidos, que ha sido un referente en el siglo XX (guste o no), haya apostado por el fanatismo y pervierta la letra de su constitución. La idea de un dios es inconcebible para mí, pero no lo es para millones de personas y vete tú a a convencerles de lo contrario. Como la vida no tiene sentido, tiene que haber algo más importante que yo, que no he visto y no puedo demostrar, piensan. Habría descender a lo humano, no siempre racional, por supuesto, pero sigo pensando que es mejor punto de partida para poder resolver este desastre.
Yo sigo con la edición de Martín de Riquer. No soy filólogo, pero El Quijote se sigue leyendo sin problemas. Hay lecturas que pueden suponer un esfuerzo y, qué demonios, hay que intentarlo al menos. La humanidad y el valor de la obra es indiscutible. En mi canon, después vendría Tirante El Blanco, escrito en valenciano. Ambas contiene momentos hilarantes, incluso escatológicos llenos de retranca. Animo a quien no lo haya leído. Alguien dijo que El Quijote es la primera novela posmoderna.
Debe ser por la novela 'El Jarama', afluente del Tajo. Que concluye con la muerte de una nini en los años cincuenta. Una obra que de la que renegaría el inmenso y barbitúrico Rafael Sánchez Ferlosio.
#77 Sí, Julio Camba sugería esto mismo que dices. 'La casa de Lúculo', siendo uno de los primeros tratados gastronómicos españoles modernos, acertó con esto.
#41 Lo cual es absolutamente cierto. La tecnología actual permite que un solo periodista trabaje por tres antes de la popularización de internet. En remoto, tras salir a la calle (que falta les hace a algunos), volvemos a nuestras casas y escribimos, maquetamos, editamos nuestros vídeos y nuestras fotografías, damos la cara por nuestras cabeceras. Es un trabajo estupendo, si te gusta no aburrirte. Sobre los sueldos, me ciño al viejo proverbio profesional: "El periodista come caviar para llevar lentejas a casa".
#4 Pues es cierto. Dejé Madrid hace nueve años y, cada vez que vuelvo -sobre todo en este el último lustro- no logro explicarme el porqué de la deriva de una ciudad que siento encabronada, difícil y, esto es lo peor, muy poco acogedora con el de fuera. Claro que he recalado en Andalucía y lo cosa no es que sea mejor, pero lo de Madrid es desolador. Más allá de lo político, siento la amputación de su mejor valor. En Madrid te preguntaban de dónde eres y lo celebraban. Madrid parece un pueblo de la Costa del Sol en los sesenta. Cosmopolita, pero muy cateto. Están disolviendo los barrios, el sentido de comunidad, como muy bien sabía Thatcher. Eso es lo peor. Los amigos que quedaron se sienten náufragos en una ciudad por la que hace diez años, en plena crisis, todavía vivían con modesta holgura. Nunca he sabido lo que es el madrileñismo, pero he leído toda la buena literatura que se ha escrito sobre ella. "No es esto, no esto", digo por parodiar a Ortega. Me produce una honda pena lo que está ocurriendo allí.
Me lo encuentro mucho por Estepona y Marbella, donde su padre, Javier García, es teniente de alcalde. Cuando Elías Bendodo baja los fines de semana de Madrid a Málaga, no es raro verle en esas ruedas de prensa. Ningún compañero lo saluda. Es una compañía vergonzante.