17 Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?"
18 Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios.
19 Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.
20 El hombre le contestó: "Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven.
21 Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: "Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.
22 Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste.
23 Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: "¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!"
24 Los discípulos se sorprendieron al oír estas palabras, pero Jesús insistió: "Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!"
Los cristianos, y en particular los católicos, llevan siglos sin seguir sus propias doctrinas escritas en sus libros de hechizos.
Supongo que tú eres cristiano, pues aplícate el cuento y sal a la calle a pedírselo a tus jerarcas.
Yo no soy cristiano, no creo que tenga que repartir mis posesiones entre los pobres, entre otras cosas porque no tengo ningún loco profeta mesiánico a quien seguir. Pero creo en un sistema social en el que el estado se encarga de la redistribución de la riqueza y en financiar servicios públicos justos para toda la población. Y estoy dispuesto a pagarlo con mis impuestos.
Eso, además de lo que aparto de mis ganancias para donar a ONGs fiables, que anteponen la ayuda a los necesitados a la transmisión de creencias absurdas y falsas. Pero no presumo de ello.