#55 Mira, y siguiendo tu misma línea, que nadie te dé a ti cosas que impliquen entendimiento porque, entre otras cosas, sin faltar no construyes un argumento.
No soy experta en suicidio, ni siquiera psicóloga. Sí he querido morir, y mi única ilusión durante meses era que me diera un infarto de miocardio o cerebral para poder acabar con lo que yo era incapaz de hacer. Cuento siempre siempre mi historia, por si a alguien le puede ayudar. Con un suicidio que pudiera evitar, me doy por feliz. Mi solución pasó por cuchillos y cosas punzantes escondidos, balcón atestado de bultos para no llegar jamás a la desesperación de echar a correr y tirarme, ventanas con persianas rotas. Nadie en mi entorno más cercano lo sabe, porque son de mente bastante cerrada y les haría daño.
Durante casi dos años, mi vida fue un pequeño infierno, durmiendo casi siempre 2 horas diarias. La razón: un bebé maravilloso que tenía un llanto horrible y que sólo ahora, con 2 años, por fin se despierta solo 1-2 veces cada noche (antes, era cada 40 min). La ansiedad y depresión por la falta de descanso era tal que yo solo quería morirme.
Mi médico me recetó pastillas para aguantar en los peores momentos. Fui con lágrimas en los ojos porque no veía solución ninguna a mi situación. Hubo días que me habría encantado que me hubieran encerrado en alguna residencia, como si fuera una casa de reposo, cuidándome mientras alguien cuidaba de mi hijo, pero nadie podía aguantar ese trote de no dormir ni siquiera un día por mí (cosa que no voy a olvidar nunca y por supuesto, no voy a sacrificarme yo por otros, lo tengo clarísimo). Lo que hice esos días fue meterme doble o triple dosis de pastilla, caer a plomo sobre el colchón, y que se las averiguase mi marido (el padre), aunque además tenía que ir a trabajar al día siguiente sin poder echar siesta ni nada, así que al padre no lo podía machacar tampoco. Con lo cual, no era algo que yo pudiera hacer a menudo. Al no trabajar, no podía permitirme la guardería, y después, confinamiento.
Todo acabó, por fin, un día, que de repente pude dormir 4 horas, otro día 6 horas, y así poco a poco, hasta que ahora duermo 6-7 horas diarias. La única razón por la que no me maté fue por no fastidiarle la vida a los que me quieren, sobre todo la de mi hijo.
Fui afortunada, pude mantener la cordura en los peores momentos, y mi situación al final cambió. Pero imagínate la de personas encerradas en vidas que son para ellos un maldito infierno del que no pueden escapar. Sinceramente, 10 suicidios al día me parecen pocos. Debe haber muchísimas más personas que diariamente luchan contra la idea de acabar con todo de una maldita vez. A todos ellos os digo, sois héroes, hacéis falta en este mundo, mucha falta. Por favor, buscad la forma de encontrar una solución o ayuda. <3
Y no es la primera vez que pasa...