#0 Vivo en la huerta, junto a dos casas habitadas por abuelos silenciosos y frente a una carretera comarcal. En días normales tiene cierto tráfico que va de un pueblo a otro, no es excesivamente molesto porque además hago vida en la zona interior de la casa que da al patio y al jardín. Los fines de semana los hijos de los abuelos les traen a sus nietos y se escucha algún niño. Más allá de eso es un sitio dónde sólo se oye el dulce trinar de los pajaritos y el sutil aleteo de las mariposas. Estos días los coches casi han cesado de rodar por la carretera y los parientes han dejado en paz a los abuelos y no les traen a los nietos. Una pena, pero gozo de una paz insuperable. Me llega a tocar pasar el coronavirus encerrado en un piso, donde la gente se ponga a tocar la trompeta a cantar flamenco o a hacer cualquier otro escándalo y cojo un hacha, una tea y un bidón de gasolina y le prendo fuego al bloque. Dicho esto, se podría intentar hacer una captura de pantalla del lugar y subirla al buscador de imágenes de Yandex a ver si suena la flauta.