Yo he meado muchas veces en sucursales bancarias. Recuerdo haberlo hecho en Madrid, Valencia, Utrecht, Bruselas y Londres, a lo largo de mis años jóvenes de viajes y tal.
Es comodísimo: abres a cualquier hora de la noche con tu propia tarjeta de crédito, cierras pestillito, te pones ahí como si estuvieras sacando pasta y meas tranquilamente, con cuidado de no salpicarte demasiado.