Me hacen mucha gracia algunos comentarios, que parecen haber experimentado todas las opciones operativas posibles para poder sacar una conclusión tan tajante como la que exponen.
Yo tan sólo os voy a comentar mi experiencia, en un caso concreto, como un simple voluntario de protección civil en tareas de control de masas, sin formación ni medios policiales, porque evidentemente, un voluntario de protección civil no deja de ser eso --por mucho que algunos se crean ser algo más por llevar el uniforme--.
Aquí en Madrid uno de los eventos más complicados que se celebran todos los años --dejando aparte situaciones puntuales que no son periódicas-- es la cabalgata central de reyes del día 5 de enero --que dicho sea de paso, parece que todos los años a los gestores funcionarios del cuerpo les pilla el toro porque no se esperan la fecha--. Es un evento especial, en el que parece que el azucar de los caramelos y el brillo de las luces vuelve loca a la gente, desde niños hasta ancianos sin excepción.
Yo siempre he sido el bicho raro del cuerpo. Supongo que por eso llevaban tanto tiempo provocando situaciones complejas en mis semanas de guardia como responsable, porque mi forma de ver el proceder del cuerpo no era coincidente con la de quien está encargado de gestionarlo, y así lo hacía saber siempre que era oportuno, y sin descuidar nunca mis funciones.
Durante años la organización de la cabalgata contó con diferentes problemas, la mayor parte reiterativos. Por ejemplo, en los tiempos en los que salía del Paseo de Coches de El Retiro, siempre había un tramo de la calle Alcalá --el próximo al túnel antes de llegar a la Plaza de la Independencia, es decir, a la Puerta de Alcalá-- en el que no había ni vallas, ni cintas de balizamiento, con el consiguiente riesgo para niños y mayores, quienes obsesionados por conseguir la preciada mercancía que lanzan desde las carrozas, se metían en medio del recorrido sin mirar, poniéndose en grave… » ver todo el comentario