Ahora que llega el invierno y servidora es friolera -por más que tenga una capa de grasa, se conoce que es tan perezosa como su dueña, porque no abriga gran cosa- busco un hombre que me sirva como calentador de cama. Mis sábanas están gélidas y mis piececitos entran en la cama tan helados que a veces apenas puedo mover los dedos. Lo que suelo hacer (porque no me gusta dormir con calcetines) es envolverme los pies en otra manta, pero aún así tardan muchísimo en entrarme en calor, así que necesito a alguien que me tenga la cama ya caliente para cuando yo entre en ella.
Requisitos: es preferible que el hombre en cuestión tenga gran tolerancia a las bajas temperaturas, así que mejor que esté gordito. Es muy probable que se encuentre dos pies más fríos que el caldo del asilo en su tripa, así que mejor que sea peludito. Es fácil que tenga que aguantar charlas inacabables de jazz, cine (más rancio que moderno) y muchos chistes malos, así que es conveniente que tenga una resistencia cerebral muy elevada. También ha de tener presente que cuando me doy la vuelta en la cama, lo hago agarrando las mantas y tirando de ellas, así que más vale que tenga él manta propia o que duerma con anorak, si no quiere verse con más tiriteras que defraudador en inspección de Hacienda.
Ofrezco cuenta de Netflix, de Spotify, una biblioteca bastante decente, y la posibilidad de leer mis relatos eróticos antes que nadie. No necesaria experiencia, pero se valorará. Imprescindibles buenos hábitos de higiene, elevada tolerancia a los abrazos y gusto por el terror rancio.