Se hace difícil pensar en un peor uso posible de la IA generativa que el de la creación de pósteres de ínfima calidad para ilustrar campañas financiadas por ayuntamientos con dinero público. Si bien el ahorro de dinero (por no contratar a un ilustrador profesional) es evidente, también lo es esa sensación de desasosiego que deja encontrarse en una marquesina de bus estas imágenes raras que, a poco que uno preste atención a los detalles, parecen sacadas de una pesadilla.
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