El furor por el bitcoin arrasa de nuevo y el medioambiente sufre las consecuencias. La antigua central térmica de Greenidge, ubicada a las afueras de Dresden, en Nueva York, y resucitada por una compañía de inversión para minar criptomonedas, no solo ha generado enorme polémica por estar contaminando la atmósfera más que antes, también se ha encargado de convertir un lago glacial de 12.000 años en algo parecido a una bañera de hidromasaje.
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