Tras gastar una pequeña fortuna en nuestro nuevo televisor de última generación sería de esperar que después de sacarlo de la caja y colocarlo en el salón nos ofreciera una imagen óptima como la que prometían sus largas y complejas especificaciones. Sin embargo, lo habitual es que esta situación no se produzca y tengamos una experiencia que dista mucho de la perfección. Pero tranquilos, no hay que asustarse, ya que antes de empezar a disfrutar al máximo de la nueva pantalla será necesario calibrar algunos de sus parámetros.
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