La energía nuclear tiene una característica fundamental e intrínseca que no se puede cambiar: una vez puesta en funcionamiento, una central nuclear no puede detenerse sin incurrir en unos costes descomunales. Esto da lugar a un aporte al tejido energético de un país que es prácticamente constante, predecible y generalmente considerada como barata. En realidad, el precio que se asigna a la energía nuclear es una trampa, porque obvia el hecho de que el «tiempo de recuperación» para una central nuclear es de entre 10 y 18 años,
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