Pese a las críticas, juicios, detracciones, reprobaciones, reproches y vituperios por parte de la comunidad, los que imponen sus normas con mano de hierro y acción totalitaria han decidido que esta inmundicia de diseño meneante se imponga de manera definitiva al de toda la vida, sin opción de elección ni alternativa, como era lo habitual has ahora.
Esta aberración en la que no hay dios que encuentre algo y en la que todo falla más que una escopeta de feria es la que nos han querido imponer desde que a algún iluminado se le ocurrió diseñarla y, al final, las amenazas se ha cumplido aunque sea un algo que no está respaldado por absolutamente casi nadie.
Es lo que tienen las democracias absolutistas, que las ejercen tres pero dicen que son de todos. Oiga, las empresa privadas hacen con su dinero lo que quieren y, si no le gusta, pues no venga. ¡Olé mis cojones morenos!