Biafra supuso la irrupción de un nuevo género periodístico, precursor miserable de los reality de nuestros días: la hambruna fotografiada, filmada, televisada. A finales de los sesenta, más de veinte años después de la locura de la guerra, Europa tenía que desaflojarse el cinturón. Y sería esa tripa burguesa la que despertaría su mala conciencia cuando las imágenes de África empezasen a convertir los telediarios en comidas condimentadas con aroma de esqueleto humano. Biafra pertenece a la prehistoria de ese proceso. Al mismo tiempo resume el nu
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