Desde hace tiempo resonaba por toda la esfera política y, sobre todo, entre los pasillo de la sede de Vox, que Ignacio Garriga es un mero «pelele» al servicio de los «aristogatos», de los pesos pesados del partido. El nombramiento del político de Cataluña sirvió para castigar a Javier Ortega Smith y relegarle dentro de la formación de extrema derecha. Desde el primer momento, le dejaron claro a Ignacio Garriga que su «ascenso» iba a ser meramente sobre el papel, dado que no le iban a dar ningún responsabilidad.
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