La noche bilbaína ha cambiado radicalmente. Lejos quedan las noches de pogos en El Garaje o una década después en Kukutza. Más remotas aún son las veladas de varieté Palanca arriba. Los locales más nocheros de la villa han sobrevivido a duras penas una década de multas, cierres y persecución municipal. El virus incluso se ha llevado por delante algunos de los pubs de moda en Mazarredo o Indautxu donde los cachorros jeltzales echaban las horas, con el trágico desenlace para quienes les tienen que aguantar con más frecuencia en el Kafe Antzokia.
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