Investigadores vigueses graban por primera vez la heroica y mártir vida sexual de las cefalópodas comunes en el fondo de la ría, de la cópula al sacrificio. “En el sexo de los pulpos no hay un respingo, ni un cambio de color”, afirman, En esa cópula de una hora no hay señales de disfrute, pero sí una misión abnegada de la hembra: hacerse con espermatóforos de diferentes machos que "estallan como petardos dentro de ella en contacto con el agua. Así transcurrirá un año entero de la vida de la pulpo. Y tras la puesta, morirá.