El precio de la energía en todas sus variantes ha alcanzado niveles tan obscenos que una se pregunta cómo lo soportamos sin que la protesta vaya más allá de airados comentarios en las redes sociales o en nuestras conversaciones personales. Es evidente que la invasión rusa de Ucrania ha dado una vuelta de tuerca a esa imparable escalada, pero no nos engañemos, el problema, -sería más exacto decir la estafa-, ya estaba ahí, y el megavatio lleva meses batiendo un récord tras otro.
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