Érase una vez una vez un rey nombrado por un ogro. Un ogro sanguinario y enano, un ogro terrible que devoraba hombres, mujeres, niños, niñas y animales. Entonces, el ogro, como se iba a morir, nombró al rey por lo que nombran a los reyes todos los ogros, para que les obedezcan después de morirse. Y así fue.
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