Vencido, una vez más.
Por el amor,
el odio, o por la vida
que no hace concesiones ni da treguas.
Aquí,
en la esquina de un siglo
tan inútil como lo fueron todos.
Y también tan sanguinario.
Fumando un cigarrillo.
Indiferente.
Viendo como la gente se destroza,
y sin sentir nada especial.
Karmelo C. Iribarren