Están cogidos de la mano,
en silencio,
bajo los soportales.
El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.
El padre mira al niño:
es la vida, hijo,
-quisiera poder decirle-,
y no ha hecho más que empezar.
Karmelo C. Iribarren