Ni proponen enigmas
ni resuelven misterios,
son solo
esas palabras que utiliza la gente
para hablar de los asuntos de la vida
cuando se encuentran por la calle.
Palabras viejas, gastadas por el uso,
que rara vez alzan el vuelo,
palabras de los días laborables,
de conversación de bar.
Con suerte, un día,
consiguen atrapar un gesto,
esa luz de la tarde, esa mirada
que ya nunca será igual.
Karmelo C. Iribarren